Entretanto, a la vecina hacienda de Ponsonby llegaban los artesanos. El ayuda de cámara del vizconde de Wessex, James, descubrió que Ponsonby había heredado una fortuna de un tío rico y todo el mundo veía que el conde estaba decidido a aprovecharla al máximo.
Pero el vizconde de Wessex tenía un plan. Su decidida esposa, que se sentía muy unida a la hacienda, accedió finalmente a vender una franja de tierra fértil ribereña a un rico duque, quien pretendía usar como coto de caza una de las áreas más grandes de la tierra comprada.
¡Muy pronto la tierra cambiaría de manos y sería entonces cuando comenzaría el juego!